El caso de Sheyla Mayumi Cóndor Torres, una joven de 26 años víctima de feminicidio en Perú, ha conmocionado al país Inca. La desaparición y posterior hallazgo de su cuerpo desmembrado revelan no solo el horror de su asesinato, sino también una preocupante cadena de negligencias por parte de las autoridades.
Sheyla desapareció el miércoles 13 de noviembre tras salir de su casa en Santa Anita, Lima, para dirigirse al restaurante donde trabajaba. Nunca llegó. Su familia acudió inmediatamente a la comisaría de Santa Anita para reportar su desaparición, pero los agentes minimizaron el caso, asegurando que era “mayor de edad” y “seguramente regresaría pronto”. Ante la inacción policial, la madre de Sheyla, Elsa Torres Vivanco, emprendió su propia búsqueda.
Dos días después, un amigo de Sheyla descubrió en su computadora mensajes de WhatsApp con Darwin Condori Antezana, un suboficial de la Policía Nacional del Perú (PNP), quien la había invitado a su casa en Comas. Las cámaras de seguridad del condominio Las Praderas mostraron a Sheyla ingresando al lugar junto al policía y cargando un perro blanco. Este sería el último registro visual de la joven.
Pese a contar con estas evidencias, la comisaría de Santa Luzmila —jurisdicción de Comas— también retrasó la búsqueda, alegando insuficiencia de pruebas. Fue recién el domingo 17 de noviembre cuando un olor fétido reportado por vecinos llevó a las autoridades al departamento de Condori. Allí, Elsa encontró los restos de su hija en una maleta y en un paquete en el baño.
Darwin Condori, señalado como el principal sospechoso, había huido tras ser alertado por una llamada de un oficial, lo que suscitó fuertes críticas a la PNP por manipular el caso. Este martes 19 de noviembre, Condori fue hallado muerto en un hostal en San Juan de Lurigancho. Sin embargo, su muerte ha despertado sospechas sobre un posible encubrimiento para evitar nuevas investigaciones.
Condori tenía antecedentes de denuncias por violencia sexual. En 2023, tres mujeres lo acusaron de haberlas dopado y abusado junto con otro policía. Pese a la gravedad de las acusaciones, solo estuvo detenido por dos semanas antes de retomar sus funciones.
El feminicidio de Sheyla desató una ola de protestas en Comas y otras ciudades del país. Colectivos feministas, ciudadanos y familiares exigieron justicia y cuestionaron a la PNP por su inacción. “No me hicieron caso. Quizá hubiera encontrado a mi hija con vida si me hubieran escuchado desde el primer momento”, declaró Elsa Torres entre lágrimas.
El Ministerio del Interior ha prohibido rendir honores a Condori y anunció una revisión interna de los protocolos de la PNP.
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